Poetas con Luz Ambiente, Mariano Lizcano
“Los poetas tenemos que tener claro cuando escribimos poesía que además de ser un trabajo académico, es un sentimiento hecho palabra, que espera la emocionante luz de la mirada del lector”.
Mariano Lizcano en su primera época, admira y escribe de la luz del sol como artífice y causante de nuestro vino, que cosecha a cosecha, a través de la historia llega a nuestros días. En mi caso sin escribir, tengo que ir adaptando las diferentes sesiones, a la cantidad y calidad de luz que me encuentro el día que decidimos hacerla.
En esta ocasión a primeros del mes de agosto, a eso de las 19.00 h., lo que cabía esperar, era una luz lateral y cálida que podría manejar a mi antojo con cambios del posicionamiento. Pues no, resultó una luz amplia sin llegar a la grandeza del nublado, pero con suficiente direccionalidad para modelar volúmenes y textura en el retrato. ¿Cual era el modificador natural? Resultó ser una ligera calima proveniente de África, que hacia el cielo algo plomizo, sin llegar al nublado.
Hablando sobre su luz, para Mariano estas cuestiones técnicas no van con él. Preguntado por ella; su luz es la que ilumina el interior y muestra lo que siente dentro, así como, la horizontalidad del paisaje que observamos en la zona, se asemeja a la horizontalidad del mar, donde cielo, tierra y mar se funden en la lejanía y cuando el fotógrafo no ve más allá, él, es capaz de ver con su imaginación.
Dentro de las múltiples localizaciones que me ofrecía su casa en Alameda de Cervera, es la del tronco y corteza de un pino como fondo, que tiene la misma edad que la casa en sí.
Mariano Lizcano
Siempre que se me pide que hable sobre la poesía me acuerdo de Juan Ramón Jiménez cuando dice: “La poesía, principio y fin de todo, es indefinible. Si se pudiera definir, su definidor sería el dueño de su secreto, el dueño de ella, el verdadero, el único dios posible. Y el secreto de la poesía no lo ha sabido, no lo sabe, no lo sabrá nunca nadie, ni la poesía admite dios. Por fortuna, para Dios y para los poetas”.
Después de esto, está claro que no podemos tener una definición única, porque cada poeta tenemos nuestra propia palabra, portavoz indiscutible de lo que somos y lo que sentimos. Por lo tanto, cada poeta tenemos que darle a los versos autenticidad y verdad, para que como nos dice Cervantes cuando escribimos poesía la pluma se convierta en la lengua del alma.
Los poetas tenemos que tener claro cuando escribimos poesía que además de ser un trabajo académico, es un sentimiento hecho palabra, que espera la emocionante luz de la mirada del lector.
No siempre es entendible la palabra que se escapa del sentimiento, por eso yo invito al lector de poesía a viajar con el poeta más allá de la palabra, donde podamos encontrar, un roto corazón en el olvido, una ilusión de espuma, o el beso placentero de la vida.
En la poesía tenemos que tener presente, que no necesariamente después del amanecer encontraremos la luz, así como después de una puesta de sol hay algo más que oscuridad.
Yo creo que todos los que escribimos poesía deseamos que nuestros versos, hermosa melodía, que está escondida en la tierra, germine como alimento sagrado del hambre del espíritu.
Porque, ¿de qué nos sirve el labio que no besa?, ¿el cuerpo que no abraza?, ¿los ojos de un poeta que no ven más allá de la mirada?
Hay veces que nos habla el silencio y nos dice que no es necesaria la flor para percibir fragante su perfume ni tampoco la luna para percibir el brillo de su cielo.
Por lo tanto dejemos que le salgan a nuestro corazón brotes nuevos, que nuestro corazón no tiene arrugas y la poesía es inmortal.