Poetas con Luz Ambiente, Marciano Sánchez
“Muchas veces he dejado que la poesía negocie con mi vida para poder sobrevivir con cierta dignidad”.
Marciano, como muchos otros poetas en este proyecto, es su vivienda la que elige para la sesión fotográfica, concretamente la buhardilla de la que dispone, es dónde se “encierra” y todo se alinea para concentrarse en su labor creativa… la noche, la tarde, el día, da igual lo importante es encontrarse con el tiempo y lugar creativo que de manera tan apropiada ha creado para tal fin.
Escucho algunos de sus poemas musicados por una amiga, de voz muy suave y melodía de igual manera que traducen el ambiente en tranquilidad.
El revestimiento de la buhardilla de madera, le aporta calidez al ambiente y el tono en el que se desarrollan los primero diálogos, casi que me lleva a tratar de utilizar una luz envolvente que mantenga en el mismo lugar mi impresión. Pero me surge una cuestión que contrasta en todo lo que acabo de escribir… es su dedicación a la par en la Asociación Española Contra el Cáncer.
Es una situación que se me hace dura a pesar del tiempo, que consigue humanizar la enfermedad. De manera casi automática intento decidir que fuente de luz voy a elegir. Este espacio, dispone de variedad en cantidad y calidad de la luz. A poder ser, sugiero que sea la iluminación natural que proviene de unas ventanas ubicadas de manera lateral y elevada. Me van a proporcionar el contraste que se da en Marciano a la hora de escribir y vivir el día a día en la AECC.
Marciano Sánchez
Muchas veces he utilizado una fotografía para escribir, para pensar sobre el tiempo y los puntos de vista que regala, cuando miras la realidad.
Muchas veces he dejado que la poesía negocie con mi vida para poder sobrevivir con cierta dignidad. Y es que el día a día te regala inteligencias artificiales que nunca dejarán que la lluvia moje el corazón, ni se plantearán saltar a pata coja la línea que separa el presente del futuro.
La poesía es esto, una mirada a la tranquila imagen del daguerrotipo que nunca sabe si el pasado corre a cambiar de estación o el presente se sienta a esperar que lleguen los primeros hielos de la vejez…
Pero lo que de verdad me preocupa, siempre ha sido así, es la cara oculta de la poesía. Ese existir y no existir del poeta en continua guerra con sus entrañas, donde jamás sale indemne, casi nunca victorioso.
Escribir sobre lo cotidiano paraliza en gran medida la memoria y destruye la inocencia imprescindible de quien debiera tener muy claro las demandas del presente o del devenir.
Terminé un poema de amor oscuro, casi suicida diciendo:
“Por reconocerme,
(en los) prodigios de una fotografía
he decidido quererte”.
Han pasado tantos años, que se ha añejado el tiempo.