Poetas con Luz Ambiente, Charo Bernal
“Mi poesía nace del fondo irracional del inconsciente, del sentimiento y de la emoción. Algo se cruza de puntillas y no hallo tranquilidad hasta que lo escribo. No busco la poesía; es ella, esa niña exigente la que viene a llamar a mi puerta, con urgencia, a cualquier hora del día o de la noche”.
A la hora de plantearme cualquier sesión de las de Poetas con Luz Ambiente, previamente con el/la poeta hemos comentado el espacio en el que se va a desarrollar.
Le sigue la lectura y firma de “un contrato”, en el que se establecen los términos de uso y derechos de imagen. En paralelo a esta acción, habitualmente se desarrolla una charla sobre temas diferentes, entre los cuales se encuentra la finalidad del proyecto, que a la vez me sirve de ruptura del hielo en el caso que lo hubiera.
Con Charo, al igual que en un alto porcentaje de sesiones, se desarrolla de la misma manera. La sesión comienza a evolucionar en el salón de su vivienda, como habíamos convenido; muy luminoso, con varias entradas de luz que me permitían iluminar con contraluces muy potentes, con iluminaciones de ventana tanto a derecha como a izquierda y de manera frontal. Por lo tanto, la sesión iba avanzando con el resultado de un “material aprovechable”.
Al final, una de estas cosas que surgen como si un disparo de flash se tratara; vi sobre la mesa, un libro y en la pared, un cuadro de un desnudo de espalda… me planteé si cabe, una “filigrana perceptual”.
Me surgió la idea, de establecer un paralelismo entre el libro como tal y una connotación visual que forman el cuadro y Charo. El planteamiento fue el siguiente: partes del libro son la portada y contraportada. Por lo tanto, la espalda de la modelo del cuadro, bien podría figurar como contraportada y evidentemente la portada podría ser el retrato de la poeta. Gracias a esta “licencia” algo retorcida, me planteé el retrato en esta otra localización del salón. Al final, después de la observación de todo el trabajo, la evidencia viene a mostrar el retrato por el cual me decidí.
Charo Bernal
Mi poesía nace del fondo irracional del inconsciente, del sentimiento y de la emoción. Algo se cruza de puntillas y no hallo tranquilidad hasta que lo escribo. No busco la poesía; es ella, esa niña exigente la que viene a llamar a mi puerta, con urgencia, a cualquier hora del día o de la noche. Se presenta con una imagen, con un verso, un sonido, una luz…. Cualquier estímulo que me sorprende e intenta hacer su nido en algún lugar de mí, entonces le hago hueco y ayudo a construirlo.
Creo que la poesía ha de moverse con cierto halo de misterio y jugar entre los silencios incitándonos a seguirla. Me gusta que me haga pensar y me estimule con lo que no nos dice que, generalmente, es cuando dice más. A veces escribo como si detrás de mí alguien me estuviera dictando algo y no lo terminara de entender. Después de leerlo es cuando me descubro, incluso encuentro varios caminos transitables en un mismo poema. Es por ello que siempre digo que la poesía tendrá tantas lecturas como lectores tenga, incluso varías en cada lector (como he dicho anteriormente). No necesito entender un poema para que me conmueva, necesito sentirlo, emocionarme. La emoción para que se convierta en arte entiendo que debe estar muy por encima de la realidad directa. Los que escribimos deseamos influir en el lector estimulando su imaginación a través del placer estético. El autor se esconde tras el yo poético y creo que debe dejar al receptor una parte activa para completar la comunicación.
La poesía es mi latido constante, es ese rumor del agua que me acompaña, cuya música impulsa el sentido de mi vida y me regala momentos maravillosos conmigo misma. Cuando, además, consigo conectar y emocionar a otros con lo que escribo, me doy por dichosa.
Necesito vivir en la poesía porque es el lugar donde me pierdo, me encuentro, me perdono y me redimo.
Charo Bernal Celestino