Poetas con Luz Ambiente, Carlos Sanz
Hay vivencias propias que me piden salir a gritos a través de la escritura, hay palabras-válvula, como las defino, que me sirven para abrir el caudal y a partir de ahí generar un desarrollo. Claro que hay una intención de radiografiar cómo me afectan las cosas que vivo, desde una dimensión propia, afectiva, social, etc, pero nunca sé qué cuerpo y forma irá adoptando un poema.
Cuando contacté con Carlos; a mi propuesta de elegir el entorno para realizar la sesión -como con todos-, apenas sin dudarlo me dijo, que seria la explanada de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. “Pero no por cuestiones religiosas” me comentó. Es un espacio entre otros de la ciudad, por los que le gusta deambular y observar la realidad que le rodea. La gente, las piedras, los edificios abandonados, su historia, el poco patrimonio histórico que queda, lo que un todo podría contar de lo allí ocurrido en el espacio/tiempo… pues todo eso, o parte; son elementos de observación y evasión, por lo que se decanta por la explanada en si. A la vez, le sirve de cobijo para pasar inadvertido y dedicarse a esa exploración necesaria para invitar a “las musas” a que le ayuden “a cristalizar algo”.
Próximo a que su segundo libro de poesía vea la luz, no solo se queda en la poesía escrita. El Spoken Word y el Slam Poetry son dos registros que le atraen mucho y “ha hecho inmersiones”. “Es un fenómeno híbrido, que en Ciudad Real se está consolidando y que pone de relieve lo innecesario de las etiquetas, los corsés o el encajonar el acto poético únicamente en formatos habituales”.
Con el Slam se recupera la oralidad, esa misma oralidad, que antes de la invención de los libros, era la única forma de que llegara a las personas los relatos, las historias y también la poesía.
Carlos Sanz
Más que considerarme poeta me resulta más cómodo hablar de actitud poética, como herramienta vital que uso para cartografiar el caos de un mundo que avanza contra nosotros. Actitud poética ante la recurrente sensación de perplejidad que aparece por cosas que no entiendo, que salen de mi asombro, que no consigo procesar y es ahí donde irrumpe una pulsión interna, un nervio creativo que mediante la poesía y la palabra me permite afrontar los enigmas del proceso de vivir.
No me considero alguien que escriba de modo disciplinado o que siga una estructura determinada. Voy por rachas, lo mismo hay una continuidad durante meses que luego me tiro semanas en barbecho. No sabría decir porqué. Tampoco pretendo comunicar una idea concreta o un sentimiento, al menos no de forma preconcebida. Hay vivencias propias que me piden salir a gritos a través de la escritura, hay palabras-válvula, como las defino, que me sirven para abrir el caudal y a partir de ahí generar un desarrollo. Claro que hay una intención de radiografiar cómo me afectan las cosas que vivo, desde una dimensión propia, afectiva, social, etc, pero nunca sé qué cuerpo y forma irá adoptando un poema.
Sé que ha habido una cierta evolución en mi forma de relacionarme con la poesía. Ahora está más condensada, puede parecer incluso críptica, juego mucho con el significado de frases, de palabras que se pervierten para significar algo distinto. Digamos que en todo este tiempo ha habido una labor de depuración, de ir desbastando el bloque de palabras, vas quitando cosas hasta llegar casi a una poética del silencio. No he buscado conscientemente ese camino, supongo que ha ido aconteciendo, es el terreno donde me encuentro más a gusto para tratar de expresar tantas cosas que suceden y no soy capaz de encajar.
Personalmente, creo que la poesía es una vivencia creativa que emplea diversos cauces de expresión, que escapa de clasificaciones y de empeños por ponerle un candado lógico. Y también sé que esta manera de emplear lo poético debe estar adscrita a su tiempo, no puedes mirar para otro lado o dar la espalda a todo lo que está sucediendo, cómo penetra y fractura en lo más profundo de cada uno. No hablaría de compromiso, pero sí de tomar partido, aunque sea desde la creación poética.