Poetas con Luz AmbienteJuana Marín

Poetas con Luz Ambiente, Juana Marín

Abro la boca como los pájaros cuando quieren comer y no los dejan. Cuento hasta 10, y me retiro, para robarle pan a un poema.

En este proyecto no acabo de… ¿como decirlo?, de, ¿sorprenderme?, no, tampoco es eso. De conocer gente con diferentes valores, a la hora elegir los ambientes en los que desarrollar su poesía, y en definitiva su vida.

Juana, vive a una cierta distancia de su pueblo, Valdepeñas; en un pequeño núcleo de población. Su estancia, para un fotógrafo envidiable. Un espacio con cantidad de rincones en los que realizar la sesión, una chimenea con leña y fuego con el que se calienta, una ventana con una entrada de luz, que podría ser la envidia en cualquier estudio fotográfico, unas paredes blancas rotas por una pintura de mucha saturación en cuanto al color y escena, una mecedora que en cualquier rincón funciona -atrezzo que me llevaría a cuestas a mi estudio-, en fin, como para no parar de retratar a Juana.

Después de la charla “rompehielos”, que para nada cumplió la función, desde el principio fue todo colaboración y naturalidad y hablamos de su poesía: “es sería y honesta, para nada son juegos florales”. No es muy dada a los grupos poéticos y tal vez por eso es menos conocida en su provincia.

Un elemento muy común que estoy encontrando en casi todos los poetas, es que empieza a una edad temprana -10 o 12 años- a escribir sus primeros símiles y metáforas. También como a otros muchos, la vergüenza esto otro de los elementos que le afloran, y al final siempre vence la poesía. Es ya en la universidad cuando empieza a escribir en serio.

La sesión corta, pero muy provechosa, en la que entre los diferentes rincones que antes comento, me cuesta elegir. Al final, me inclino por el retrato en el que mira la profundidad a través de esa ventana, envidia de cualquier fotógrafo y que me traería debajo del brazo a mi estudio si fuera posible.

Juana Marín ©Pepe J Galanes

Juana Marín

Abro la boca como los pájaros cuando quieren comer y no los dejan. Cuento hasta 10, y me retiro, para robarle pan a un poema”.

El poema-pan o la necesidad de ocupar el agujero en el estómago: el fondo del poema.

Luego está la palabra, el juego, el arte de otorgar otra vida a las cosas, (entiéndase cosas como entidad abstracta donde cabe casi todo, también la gente, y tú y yo), el oficio, la forma, ese otro decir que supera al silencio, y no estar callada (como ausente).

El poema-túnel de hormiga, sociedad organizada del lenguaje que trabaja para alimentarse en los peores momentos; y a veces, el poema-revelación, que llega sin ser solicitado a responder a preguntas cuya existencia desconocíamos.

También, quitar el ruido, pero mancharse las manos y la boca, salpicar de oscuro el poema-blanco. Contrastes.

SUGERENCIA

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