Poetas con Luz Ambiente, Elisabeth Porrero
Son varios los lugares, donde Elisabeth se refugia a la hora de escribir. El espacio elegido para la sesión, fue su estudio.
Frente a su escritorio, una gran luz de ventana. Una luz grande y frontal, evidenciaría unos matices muy suaves… precisamente, no es lo primero que se me vino a la cabeza a la hora de la presentación.
El sentimiento reflejado en sus poesías “Para mí la poesía es el lenguaje de los sentimientos“. En este caso me hago eco de sus palabras, y me di cuenta, de que la cuestión poética que iba buscando, debía ir en paralelo, con la manifestación de fuerza en su mirada… ninguna de las versiones – poética e icónica- debería eclipsar a la otra. Por lo tanto, el tratamiento del retrato consistía en lateralizar esa luz y con ello añadir ese contraste que de principio vi en Elisabeth.
Elisabeth Porrero ©Pepe J Galanes
Elisabeth Porrero Vozmediano
Para mí la poesía es el lenguaje de los sentimientos, como para otros lo es la pintura, la fotografía, la música, la escultura… Somos, a través de las palabras. Ellas nos definen, nos moldean y, en un poema, se colocan, para expresar, de un modo muy preciso, lo que sentimos y lo que nos hace sentir todo lo que nos rodea.
Tengo publicados cuatro poemarios: “Peregrino de sueños” (BAM 2012), “Tratado de ciencias inexactas” (Huerga y Fierro 2019), “El Asombro en piel” y “Las rosas de los lunes” (Excma. Diputación Ciudad Real, colección monográfica Revista Manxa). En ellos, en el resto de poemas que escribo y en mis artículos hablo de la vida como un aprendizaje continuo, como un hermoso viaje hacia nuestro interior, hacia los demás y hacia los paisajes que vemos y que tanta cosas nos dicen.
La vida es una bellísima colección de cajas de sorpresas. Solo tenemos que estar muy atentos para ir viéndolas, abriéndolas y apreciando lo que guardan dentro. Porque hacer poesía no es solo escribir versos que rimen o tengan una medida determinada. También es mirar mucho, tener los ojos bien abiertos porque hay muchos poemas a nuestro alrededor o dentro, incluso, de nosotros mismos, que ya están escritos. A esos, el que escribe versos, simplemente les da forma en un papel.