Poetas con Luz AmbienteIsabel Villalta

Poetas con Luz Ambiente, Isabel Villalta

“La vida es una hoguera constante y a quemarme en ella vine”

Todo recorrido tiene un principio y un final. Al igual, que a lo largo del día se nos presenta el amanecer, atardecer, y la noche.

Esta fotografía de Isabel, paseando por el boulevard al lado del río que tanta inspiración le provoca, bien podría ser una representación de la vida… en un recorrido sin posibilidad de saber el fin, pero sí saber el punto en el que se encuentra.

La luz del atardecer de una tarde de verano, por un lado dura pero cálida a la vez, es mi elección a la hora de elegir el retrato de Isabel y así poder hacer una alusión icónica, a la frase con la que inicio la justificación del retrato elegido.

©Pepe J. Galanes

©Pepe J. Galanes

Poética para la hoguera de la vida

© Isabel Villalta Villalta (Raíz y Rama)

La vida es una hoguera constante y a quemarme en ella vine. Arder es derramar toda mi savia.

Empecé a escribir un día de hace muchos años llevada por mucha energía acumulada; bajo la epidermis, experiencias trascendentes -comunes- o cortex de una raíz dispuesta a ser fruta y leña (despertar a la vida entre los amigos y los alegres veranos, trabajo en la explotación familiar agrícola que me hizo aguerrida, viajes de temporada a otras regiones, el amor y el matrimonio, traslado a otro lugar geográfico y a otra dimensión personal y social, la realización completa de mi estela vascular con el nacimiento de mis dos hijos, su crianza, su educación, su dicha…).

Sin duda subyacía en mi cilindro una sensibilidad ante la vida, un deseo apasionado o sereno de cantar su belleza y sus bondades como brote firme y perfumado que emana de las flores, decir su autenticidad y su nobleza cuando azota o acaricia (paisajes llenos de lucha y de historia, padres y abuelos con carácter y compromiso, sensualidad del aire en la flama de junio o mediodía, la música, la inocencia y ternura de la infancia de mis niños, mis ramas y su terciopelo, haciéndome, junto a mi marido, nido, sangre, enseñanza, combustible, vuelo…).

Volver a los estudios, ser especie que desprende un color y un olor inconfundibles (Filología y penetrar los entresijos de la lengua hispánica y el alimento contrastado de otras lenguas hermanas, precisos minerales que envuelven con plena garantía este cono, el xilema que se muestra e impulsa las células o el que perfora el humus milenario de la tierra, balanceo de ramas y su canto, su fragancia o poesía, su delicadeza y sabor de ardor de raíz o mecha o inflamación para ignición constante…). He venido a quemarme, a que arda mi ramaje y no termine la flama de la vida.

Mi árbol o rosal no había de estar solo; debía formar parte de un huerto o un bosque donde se protege y que protege y, en el conjunto pirotécnico que es su gran belleza de unidad y amparo, gozar de la circulación entre los vasos y llevarlo al tejido de los labios, la mirada, los abrazos, el amor, la voz, la palabra… Y dejarlos que ardan, que llenen de calor el fuego de la vida.

Heme aquí filóloga y poeta o Raíz y Rama inmersa en un jardín de luz chisporroteante.

Escribir es abrazar la vida en todo su cuerpo y su temblor con mi mismo fermento y contribuir a su bien y su energía para mi propia dicha y la del mundo.

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