Poetas con Luz Ambiente, Leonor Rodríguez Almendros
Complicado y fácil a la vez, el explicar del porqué de la foto.
Siempre guardaré en mi memoria aquella tarde calurosa en la pequeña plaza que precede al convento de las Carmelitas Descalzas en Malagón. La hora era las 19:00, un momento algo temprano, pero inevitable debido a la intensidad de la luz y el calor a finales de mayo.
Leonor, a pesar de residir en Ciudad Real y de haber pasado por diversos pueblos en su trayectoria como docente, eligió Malagón y, en concreto, este espacio por su conexión con el pueblo durante veinte años y por su profunda admiración hacia Santa Teresa. El misticismo de “La Santa” ha ejercido sobre ella una influencia muy especial; al hablar de ella, sus ojos se iluminan y su relato se vuelve inagotable. Es un monólogo apasionado, que me obligó a hacer un esfuerzo consciente para enfocar la sesión en la sesión fotográfica y no dejarme llevar por sus historias.
Me comenta que necesita nutrirse de lo que desarrolla en sus labores artísticas: cuentos, teatro, poesía, pintura… Sus “diálogos” comienzan en un papel en blanco, bajo una luz tenue, interrumpida por la dureza del flexo, que es la que le permite concentrarse en romper esa blancura con la tinta de su bolígrafo.
Comenté anteriormente que escucharla absorbía mi atención, y ese mismo fenómeno me sucedió ahora al recordar la sesión, tanto que se me olvidaba comentar cómo había transcurrido. La comenzamos en la sala de entrada, donde el torno es un elemento con muchas referencias en la historia; allí, además, nos cobijábamos del calor y del exceso de luz, en espera del atardecer. La luz del crepúsculo sería la que intentaba captar en su retrato, después de haber conversado con ella en dos ocasiones por teléfono. Tenía en mente ubicarla junto a la escultura de Santa Teresa, alineadas con la misma dirección de las miradas, pero con una diferencia: el rostro de la Santa, con una presencia imponente, contrastaba con la definición y expresividad del rostro de Leonor, que sería el centro de esta sesión y el motivo principal de su narrativa.
Leonor Rodríguez Almendros
Yo nací cerca del mar, y me vestí toda de él de arriba abajo, por eso todo él está contenido en mí, anudado en mi cintura.
Descubrí la poesía a los 18 años, cuando me enfrenté a la soledad, que sentí cuando me separé de mis padres y hermanos, para venirme desde Tánger a Ciudad Real para estudiar Magisterio.
La nostalgia, y el desgarro que se produjo en mí, hizo que sintiera la necesidad de hablar con alguien, en una ciudad donde no conocía a nadie, por lo que, un impulso desconocido me llevó ante una página en blanco donde yo volqué todo lo que sentía, siendo así como descubrí un universo de palabras, que me permitían, soñar, volar, vibrar de un modo especial cuando cogía la pluma, creando un planeta particular donde yo podía viajar con la imaginación, y encontrarme totalmente llena, feliz…
La poesía ha sido, y es una constante en mi vida, creo que, desde que nací, ya venía conmigo, que dormía a bordo de mi corazón, por eso cuando mi madre me llevaba a la cama yo le decía:
-“Mamá, cada noche cuando me acuesto, cierro los ojos, y es entonces cuando empiezo a deslizarme por un mundo fantástico de caras y ojos que me miran. Me gusta inventar rostros con bocas redondas, contándome historias fantásticas, que solo están en mi mente. De pronto, del soplo de un beso salió una estela de aire, y de ella, salieron mil hilos transparentes y en cada uno de ellos iba subida una palabra desconocida para mí. El pelo era todo de luz, las manos eran de agua azul del mar. Me contaron muy bajito, que habían llegado hasta mi para dibujar un arco iris en mi frente, y que después, pensaban quedarse a vivir en mi pensamiento, porque me gustaba soñar e inventar historias, que hacen felices a los niños…Por eso te pido mamá, que cuando me duerma, si mis sueños se quieren ir a otro lugar, diles tú que no se marchen, que me esperen jugando al borde de mi fantasía. Y si los descubres, cuando a media noche vengas a arroparme, mímalos como lo haces conmigo…”
Ciertamente, la soledad despertó en mi a la soñadora, que llevaba dentro, y a partir de ahí comenzó una amistad firme y verdadera con el folio en blanco, y las palabras, siendo la poesía la compañera, que siempre me ha acompañado
En mi periplo como maestra, llegué a Malagón, donde me encontré con un pueblo rendido a la figura de Santa Teresa de Jesús, y eso despertó en mí, la curiosidad por esta mujer, por esta figura tan relevante desde el punto de vista religioso, literario, y social.
Me adentré en su vida, a través de sus obras, y después de conocerla, me rendí ante la MUJER que fue, ya que era, una adelantada a su tiempo, totalmente empoderada, con una fuerza increíble a pesar de su gran fragilidad física.Teresa, me enamoró, y bendecí haberla conocido en Malagón, donde ejercer
como maestra, no ha sido solo la profesión, de la que he vivido, ha significado para mí mucho más, porque ha sido el laboratorio humano, donde he descubierto sensaciones, valores, cualidades inimaginables en cada uno de los niños, que han pasado por mi vida, aprender más seguramente de lo que he enseñado, porque internarse en el universo infantil es descubrir la verdadera escuela, es contagiarse de sus ilusiones, de sus sueños, haciendo, que en cada uno de ellos y de mí, crecieran alas de fantasía, plasmándose en el lenguaje, donde la palabra era la protagonista, despertando en ellos el gusto por el lenguaje escrito, que practicaban con entusiasmo
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Leonor Rodríguez Almendros