Poetas con Luz Ambiente, Carlos Emeterio
“La culpa de todo la tiene mi madre: “tú oír, ver y callar”, decía. Quizás por eso mi escritorio es una ventana desde la que observo y analizo…”
Quedamos en la plaza de Almagro, para ir después a un bar en el que entre otros espacios Carlos recurre para sentarse a escribir sobre lo que observa y pasa a su alrededor . Un bar con cierto aspecto al ambiente de los años 40 del pasado s.XX, en época de la postguerra, y que el elemento común eran las mesas de mármol que allí había. Por desgracia se encontraba cerrado y hubo que cambiar de lugar. Pero claro, “como no hay puntos interesantes” en Almagro que reúnan las condiciones en las que se desenvuelve como pez en el agua, a la hora de escribir y pasar desapercibido entre la gente cuando plasma su poesía en “el bloc de notas” que no es tal, sino su móvil.
No nos fuimos lejos de la zona que habíamos pensado, solamente unos metros más allá. Una terraza exterior y dado que a pesar de encontrarnos en pleno invierno, apetecía estar en ella debido a que resultó ser una tarde casi primaveral. Esta nueva elección, no trastocó en nada la idea de reflejar su ambiente y luz en las que le gusta escribir. También se mimetizaba dentro del conjunto de gente que está a otra cosa, mientras Carlos “desaparece y observa” para sacar sus conclusiones, según dice: casi siempre positivas.
Si toca hablar de la luz, lo cierto que al llevar una idea preconcebida y tener que cambiar, me decanté por situarlo en contraluz para crear una línea de silueteado que tanto me gusta y que junto al bokeh que me ofrece la óptica con la utilización de un f 1.8, esta vez quiero potenciar que sea el centro de atención en su retrato.
Carlos Emeterio
La culpa de todo la tiene mi madre: “tú oír, ver y callar”, decía. Quizás por eso mi escritorio es una ventana desde la que observo y analizo hasta la disección la problemática de los que se cruzan ante mí. A veces pregunto sin mayor interés que el de escuchar una respuesta. Otras, sin embargo, solo miro.
Desde allí, cumplo una clara misión: oír, ver y callar; pero solo hasta que alguien lo lea. Mientras tanto, por si acaso, voy tomando notas en el móvil. Nunca fui de los que destacan por su memoria: lo que no escribo para mí no existe.
Cuando aquellos que me conocen llegan a esas notas, con sorpresa dicen: “no puedes ser tú, demasiado pesimista para salir de ti”. Saben que la respuesta natural ante los problemas es “fight or fly” (pelear o volar), y que a mí –lejos de eso– se me escapa una risa tonta que delata mi experiencia. Será porque nunca me dijeron, ni creí, que la vida fuese justa.
Haber crecido en una casa llena de adultos tiene esas cosas. Todo se comentaba ante mí con suma naturalidad, como la vida misma, y mientras yo –de testigo– tomaba notas pensando por qué las cosas eran así. “Siempre ha sido así”, decían mientras sentenciaban mi curiosidad cuando los porqués que se amontonaban.
Fue entonces cuando entendí que los siempre duraban demasiado en el tiempo; más aún si era para andar preocupado por algo que no podía evitar. Entre tanto, y mientras la preocupación por mantenerme despreocupado surtía efecto tras darme un baño de racionalidad aparentemente innecesario, lo dejaba escrito.
CarlosEmeterio Sobrino Costoso