Poetas con Luz Ambiente, Ana Córdoba del Campo
Siempre digo que la poesía es drama por eso, porque puedes escribir desde lo más doloroso a lo más bonito del amor.
En esta ocasión, viajo a un pueblo que ya he tenido la oportunidad de visitar y fotografiar para la Revista de Castilla La Mancha, en la que mes a mes y durante 11 años publicaba de manera continua.
El espacio decidido es el Palacio de Don Álvaro de Bazán en Viso del Marqués. Un lugar entrañable para Ana y que compruebo de manera fehaciente que también es apreciada por el personal que allí trabaja. Tratando de encontrar una connotación entre palacio y poeta. Se me viene a la cabeza comparar el aspecto exterior, que no demuestra la magnificencia y riqueza que guarda en su interior, con la apariencia de Ana. A simple vista no muestra todo el potencial poético que si manifiesta con su poesía.
Si se puede tratar como una confidencia, comento que esta sesión tenía cierta expectativa por mi parte, a causa que también es fotógrafa, y se me presentaba la oportunidad de relacionar en cierta medida su poesía y la fotografía.
Como no puede ser de otra manera, la cuestión que le planteo, es la de que luz utilizaría para iluminar su poesía. Sin lugar a dudas me responde que una luz pequeña y dura. Una respuesta muy lógica si nos remitimos a la poética que abajo se encuentra.
Una vez pasamos el zaguán, nos dirigimos al salón de Portugal. En su techo está representado la campaña marítima de la guerra de Portugal con la toma de Lisboa… es la que elige Ana para empezar. En el transcurso de la sesión, queriendo establecer una relación entre luz y Ana, voy comprobando que es una elección bastante acertada, dibuja las decisiones al cabo de su vida, aún contando con su juventud. Si bien, me resisto a que la iluminación sea de dureza extrema, alejándola de la luz de ventana que impera en el salón, debido a que de manera continua la sonrisa no paraba de aflorar en su rostro.
Ana Córdoba del Campo
“Un día decidí abrir las ventanas,
el aire limpio, entró en mi casa
y empecé a despojarme de todo aquello
en mis letras,
para lanzarlas,
para que no dolieran
o dolieran menos”
Recuerdo que empecé a escribir después de aquella mañana de niebla, que entre jirones, me arrebataron lo que más quería. La muerte y el desconsuelo llamaban a la puerta.
La poesía es Drama, cuando estamos bien, no escribimos con la misma naturalidad, ni desde el mismo lugar.
Los poetas escribimos desde lo más profundo, desde lo que nos pasa, nos cuentan, simplemente de lo que vemos o imaginamos.
“Hay días que estás en la ducha, te viene algo y vas corriendo a apuntarlo “.
Siempre digo que la poesía es drama por eso, porque puedes escribir desde lo más doloroso
a lo más bonito del amor.
En mi caso desde un lenguaje más coloquial, más sencillo.
Siempre digo:
“escribo para curar mi alma y la tuya”
la de todo aquel que decide leerme o escucharme.
Si con mi poesía, una sola persona volviera de nuevo a sonreír, ya sería suficiente.
Llega un día en el que por desgracia tienes y debes que pararte y recoger todos los pedazos que cayeron esparcidos por toda la habitación dejándola totalmente a oscuras, para después darles de nuevo forma, para que vuelvan a ser.
Y los fijas…
y te das cuenta que son más fuertes esta vez.
Mientras tanto sigo en mi montaña rusa de emociones, escribo todo lo bueno que me viene, me atrapa y me eriza la piel.
Sigo esperando con las manos abiertas todo lo bonito que me pueda alcanzar, pero siempre arriba, aunque estemos abajo, buceando.
Mi sueño sería poder escribir algún día una novela, cosa que no creo que sea nada fácil, pero no imposible.
Si tú también viviste cerca de mi calle, te invito a pasear entre las letras de mis poemas.
“Pasa,
esta es tu casa,
siéntate y saboréalos”.